lunes, 15 de febrero de 2010

Aunque pasen mil años



Tus manos posadas sobre las mías, una caricia al alma que viene desde los confines del universo, desde que el hombre y la mujer buscan su par para ser felices.

Hoy por la tarde, mi eterna primavera, tómame de las manos nuevamente que mientras miro tu piel ya arrugada siento que me deshago en amor, se derrite el aire que emana de tu boca y las nubes lloran cuando nos quieren ver caminar como dos enamorados, como siempre lo fuimos desde que recordamos haber sentido el realmente corazón.

Llueve... Ojalá llueva toda la noche, de ese modo la rosa que espera en el bolsillo de mi saco tendrá un toque más romántico. Te regalaré una rosa y mis sencillas palabras. Haz que de nuevo nuestras almas sean juntas, que los versos errados se vuelvan a escribir, que las ansias que antes sentían nuestros cuerpos para ser un solo ángel repitan de nuevo el mismo plato sabor a sal de mar, sabor a miel de abeja, para que de ese modo podamos estar otra vez más cerca del cielo, para estar, si es posible, más enamorados.

Mírame de nuevo esta noche, con la rosa en tu mano, tomándote del brazo, mirando nuevamente el horizonte con la esperanza de pasar un día más juntos. Esta noche es de los dos, como todas nuestras noches juntos.

No necesitamos un paraguas, la lluvia limpia nuestro corazón ya limpio, aviva nuestros sentimientos más intensos. No vas a resbalar, mis brazos, ahora no tan fuertes, lo son todo para ser tu soporte, para ser tu sostén, seguimos caminando...

Las nubes danzan y nuestros huesos crujen, pero todo va a estar perfecto si estamos los dos, la luna aparta un par de nubes para vernos caminar, y un grillo canta al oírnos caminar. 

Para que me quieras más te sigo recitando poesía simple, cotidiana, llena de profundo significado, solamente para ver tus ojos entrecerrados y tu sonrisa ancha posada sobre mi ser, tus ojos color café, profundos como el abismo más aterrador, y cálidos como la caricia del sol, tus ojos tan hermosos me siguen mirando, también con una sonrisa, cautivándome, regalándome también a mi una sonrisa para devolverte.

Te recito estrofas de una poesía que aún no me decido por terminar, porque contiene nuestra historia. La historia que hemos ido grabando poco a poco sobre la madera de nuestras vidas, grabadas a metal caliente, para que no se nos olvide ni una letra de aquella hermosa historia.

Sigues siendo el alimento de mi alma, tus manos todavía suaves, en comparación, me brindan una caricia escondida, tal vez no podamos suspirar de nuevo bajo las sábanas, pero caminar bajo la lluvia me da la misma sensación de entregarnos por completo, nos movemos a un mismo compás bajo una recubierta olor a compañía tejida por gotas de lágrimas de cielo, caminar así me da la sensación de estar caminando hacia el altar, sin embargo, con nuestros anillos puestos, encajados en nuestros dedos, sello de nuestra eterna unión, motivo por el cual vale la pena decir que si algún papel tuvo sentido alguno en nuestra hermosa vida juntos, fue aquel.

Mientras caminamos más aún nos vamos agotando, para nuestra suerte el auto se encuentra cerca, te abro la puerta para que subas, mientras te acerco una toalla del asiento de atrás, te doy un beso tierno y breve en los labios, y subo a mi lugar.

Manejo despacio, apoyas la cabeza en mi hombro, qué bien hueles, han pasado tantos años y tu cuerpo aún exige mi contacto, llama a gritos a mi cuerpo, que responde de la misma manera. Tanto te amo que si la vida me diera a elegir un amor distinto, tendríamos los dos que ser distintos para amarnos más, mi princesa eterna, mi pequeña, mi amor para siempre.

El camino no termina, siempre quisimos eso, las nubes ahora siguen llorando con más intensidad, nos gusta, pero parece sin embargo una despedida. Algo nos ronda la cabeza, las nubes nunca se despidieron de nosotros, las nubes simplemente nos saludaban, a lo lejos se escuchaba el llanto de una niña. Te miro y me miras, y mientras seguimos avanzando te acercas para darme un beso, como antes, pones la palma de tu mano en mi mejilla y me dejas sentir la calidez de tus manos, te adoro tanto que este momento simplemente es un recuerdo más en una colección que miro a diario cuando tú misma no me estás mirando.

Las nubes lloran ahora con desespero, algo más ronda nuestra cabeza, y mientras algo se abrillanta me abrazas fuerte y me dices: "Adiós mi amor, estaremos ahora por unos segundos más lejos de lo que nunca estuvimos, pero luego de esto vamos a matar la soledad para siempre, ¡Te amo!".

Mientras recuerdo en ese instante las cosas malas que te hice, una lágrima brota de cada uno de mis ojos, y cuando quiero responderte el resplandor aumenta y luego todo parecía flotar en el aire. Traté de buscar tu cuerpo pero me seguías abrazando, lo triste es que no lo sentía, sólo lo recordaba.

A lo lejos se escucha el llanto de una niña... E instantes después nos vimos nuevamente, con la juventud en el cuerpo, pero nuestro corazón todavía viejo, algo que nos permitiría matar cualquier rastro de desdicha por siempre, una historia que contaremos a nuestros nietos, desde la distancia. ¡Te amo!

La niña seguía llorando... Abrí los ojos humedecidos para notar que nuevamente me había quedado dormido, solamente para darme cuenta que a cada segundo que pasa me enamoro más de tu propio amor, y de que vamos a estar juntos por siempre. Y sin que te des cuenta te miro mientras alimentas a la niña, nuestra niña, para decirte, antes de cerrar los ojos, "Te amo mi amor".



jueves, 4 de febrero de 2010

Quizá


Quizá porque me dejo llevar por tus besos, cuando me siento preso de ese deseo agonizante de no perderte de vista, de no separarme nunca de tus manos, de tu boca compleja como un enigma, ser tu soledad, mi calvario.

Quizá porque te muerdo los labios, porque creo en los milagros a diario cuando me alimento de tus labios, cuando crece en mis pensamientos tu imagen, imensa como una nube pensante, como un aire pasajero, como una brisa amante, como tú cuando te siento cercana, cuando te siento distante.

Quizá porque me dejo llevar por ese tranquilo descanzo, me dejo guiar con ese rayo de luna, por esa ola de mar nocturna, por ese sol de verano, por esos brazos tuyos que son mi remanso, el lecho en el que podría morir a diario.

Quizá porque veo la primavera gris cuando no estás a mi lado, y cuando lacera el aire cortante del invierno todo son rosas y risas, cuando estas sobre mi costado, cuando me besas, cuando sé que ha pasado todo el día y no me has olvidado.

Quizá porque escribe mi poesía algo tan preciado, quizá porque describe tu mejor lado, quizá porque pasa el tiempo y siento que cada vez más te extraño, cuando estás conmigo, cuando te has alejado, cuando tengo frío, cuando me has calentado.

Quizá porque miro la puerta esperando a que regresas, a que le eches el seguro y me sigas endulzando con tus suspiros que son el aire que respira mi corazón agitado, sangre de las venas de mi felicidad, alma de mi dicha, pensamiento de mis pensamientos.

Quizá porque ahora que te tengo lejos siento que me estoy quemando, el mismo infierno se muda a este pequeño cuarto y me calcina los músculos, destroza lo que he creado, desarma mis ideas y me deja mareado, porque pasa de todo cuando no respiro tus abrazos.

Quizá porque llueve en el desierto, y el sol se ha enfriado, la luna brilla por su cuenta, pierdo los ojos, los oidos, y a pesar que pasa todo aquello, te sigo mirando, te sigo escuchando, y me sigues enamorando, dueña de mi mente y mi corazón, la razón me has robado.

Quizá porque ahora podría romperse el mundo el mil pedazos, los petalos de flor se volverían retazos de mis pergaminos escritos con tu nombre grabado, podría enamorarme de tu pasado, enamorarme de tu futuro, y aún después de eso seguirte añorando en este preciso momento, tu presente, como nadie jamás te ha añorado.

Quizá porque la sal me sabe dulce y el azúcar salado, quizá porque nada tiene sentido, quizá porque nada se ha explicado, quizá porque absolutamente nada ha pasado si no te tengo entre mis brazos, dejándome sin sentido, robándome los "te extraño".





Quizá por eso mi poesía dicta tu nombre en cada párrafo, quizá por ello me siento cautivado, tu mirada me atrapa, me tiene hipnotizado, podría morirse el universo entero y seguiría sabiendo una cosa: que quízá puedas no amarme, pero yo siento que te amo.