lunes, 23 de marzo de 2009

Sin vida

Abrí los ojos, levanté la mirada y vi delante de mí un techo simple, sin ninguna clase de adornos. Al ponerme en pie tuve la extraña sensación de haber olvidado algo, como si tuviera un pendiente importante que urgiera por ser cumplido. Miré mis manos, raras, de dedos largos. Miré hacia las esquinas y en una de ellas encontré una cesta con una almohada sobre ella, y en el frente tenía unas letritas en madera que formaban el nombre CANDY. Me sorprendió pues recordé que tenía una gata hace un par de años. Lo extraño era que la recordaba como si simplemente la hubiera visto todos los días en algún otro lugar, quizás en la televisión.

Terminé de parame, la cabeza me dolía un poco. Caminé hacia el cuarto de baño prestando clara atención de todo lo que a mi alrededor podía observar. Miré un cepillo de dientes azul sobre un vaso, dentro del cual también se encontraba la pasta de dientes y una máquina de afeitar. Luego miré hacia el lavabo, había una jabonera celeste con un jabón semi-transparente, supongo que es de glicerina, que graciosa palabra "glicerina", suena similar a cocaína. Bueno tomé el jabón y dándole una sobada suave contra las manos formé un poco de espuma con el agua, luego de lo cual me lo eché a la cara, estaba medio atontado, lo noté por la absurda razón que dejé que me entrara jabón en los ojos; lo curioso es que normalmente si uno anda medio atontado por el sueño o algún dolor tiene los ojos entrecerrados, por lo cual no es normal que pase lo que me pasó. En fin, sentía ardor y picazón en los ojos, los restregué un poco, les eché agua y listo. Mantuve un momento la mirada sobre mi rostro. Estaba un tanto anormal, con una mirada de astucia, algo que no era normal, agité el rostro hacia los lados, luego de lo cual obtuve la expresión que buscaba tener, la de ligeron atontamiento. Mis cejas gruesas, mi frente amplia, el cabello largo echado hacia atrás, la nariz un tanto gruesa, los labios no muy delgados ni muy gruesos, la cara delgada, el cabello negro; miraba el espero y los ojos negros en ellos me devolvían una mirada ahora extraña. Aún ahora me pasaba, mirándome a la cara, esa sensación extraña de que han pasado años y no me reconozco una vez me miro con atención. No sé si será algo normal, quizás, en mi mente corre el vago presentimiento de dejavú, como si alguien me lo hubiera comentado antes... Sí, quizás sea eso.

Caminé hacia mi habitación de nuevo. Mi ropa se encontraba planchada, lo recuerdo, lo hice ayer... Pero, ¿sería realmente ayer?, tenía la extraña sensación de distancia en la mente, como si simplemente estuviera repasando parte de mi vida, mas no que estuviera tan cerca del presente.
Me vestí y salí del cuarto, observé mis muebles de tapizado simple de un solo color, no me gustaba el cuero, sobre todo el olor que emana. Anduve hasta la cocina y simplemente me serví un vaso con yogurt, estaba helado, lo cual me proporcionó cierto placer. ¡Ah, qué rico!, me dije. Ahora, ¡a trabajar!.

Pero a trabajar ¿dónde? Por un extraño momento no pude recordarlo. En mi mente raras imágenes de un lugar sobrio, en el cual tenía cantidad de aparatos, objetos ahora sin sentido. Pues bien a seguir adelante, recuerdo que tampoco me gustaba tomar taxi, no me gustan los buses, tampoco tener auto, aunque puedo comprármelo. Así que caminé hacia mi trabajo, estaba a unas 10 cuadras, pero iba con tiempo. Al llegar noté que me observaban desde lejos, como vigilándome. Al llegar a la puerta de ingreso de la empresa me saludaron.

-Buenos días, doctor.

-Buenos días, doctor Carl.

-Buenos días - Respondí.

Tengo una voz gruesa, otro detalle que no se escapó a mis observaciones.

-Buenos días, doctor Nicola.

-Buenos días, Max.

Otra vez lo mismo, recordé maquinalmente el nombre del portero. Pero no es esta la manera normal de recordar a alguien. ¿Porqué diablos recuerdo de esta manera? Como si todo, absolutamente todo lo hubiera visto en una especia de película. Ninguna de las cosas que están sucediendo en este instante me resultan actuales. Solamente tengo, en este instante, este sentimiento irreal de que sé exactamente en teoría quién soy, pero que no siento que soy eso.

Avanzé por la puerta recordando que mi oficina se encuentra en el quinto piso. Al subir el ascensor, luego de salidar a media docena más de personas, me encontré a unos pasos con mi secretaria, Roxane.

-Buenos días, doctor.
-Buenos días, Roxane. ¿Alguna llamada para mí?

-Ninguna, doctor. Su periódico se encuentra en su oficina.

-Gracias, Roxane. A ver si más tarde pasas a mi oficina, requiero unos documentos, además sería bueno que nos sentáramos a conversar con un buen café.

-Está bien doctor- me lo dijo con una sonrisa malicionsa.

Pasé a mi oficina, un lugar tal como el que había recordado. Me senté en mi sillón absorto en mis pensamientos. Como sería esto posible, ¿le habría pasado antes a alguien?... Preguntas, a mi parecer, sin una respuesta determinada. Mientras más lo pensaba sentía que me iba estallar la cabeza de pensar en tantas cosas por resolver a la vez, como cuando estudiaba en la universidad... Vaya, hasta eso me parece recordarlo como por simple memoria de alguien ajeno.

Abrí los cajones de mi escritorio en busca de detalles que me llevaran a descubrir, o recordar, más sobre mí mismo. Encontré muchos objetos del trabajo en los cajones, pero cuando me faltaban abrir dos cajones para terminar, encontré en el del centro un portarretratos con cupo para dos fotografías. Dentro de una estaba una mujer conmigo en una playa, a primera vista he de confesar que es una hermosa mujer, realmente hermosa, de cabellos largos y rubios y cuerpo excelente, al menos como a mí me gustan, senos grandes y un tanto separados, cintura pequeña, y un trasero medianamente grande y firme. En esa foto estábamos sonriendo, yo le estaba dando una palmada en el trasero, algo que me gusta hacer, los dos con ropa de baño y lentes de sol, al ver donde se posaba mi mano no pude reprimir una sonrisa. La segunda foto tenía a tres personas, de esa linda mujer, esta vez un niño y yo. El niño de cabello negro, las facciones del rostro de la mujer, pero con mis cejas y mis ojos. Ahora lo recuerdo, mi hijo y mi esposa. El niño se parecía a su madre, pero ciertos detalles que lo hacían parecido a mí. La memoria me dijo que teníamos 10 años de casados. ¡Qué mujer!, pensé, y de verdad muy hermosa; en la segunda fotografía estábamos en el jardín de nuestra casa, mi hijo con unos shorts y una playera, y mi mujer con una falta corta y una linda blusita, lindos pechos. Rosa y André, mi familia, miré mi anillo de casado y me sentí de nuevo en un mundo aparentemente real, pero a la vez increíble, pues esta no parecía mi vida...

-Permiso, doctor Carl.

-Adelante, Roxane.

-Su café doctor.

-Siéntate. Primera deja mi café aquí - dije señalando un extremo de mi escritorio.

Lo siguiente que sucedió fue puro instinto. Mientras ella dejaba la taza donde le indiqué mi mano lentamente fue a parar por su pantorrilla, luego fui subiendo la mano hasta llegar al borde de su minifalda apretada. Mientras lo hacía ella iba dejando salir un suspiro de placer y cuando miré sus ojos los ví cerrados disfrutando de mis manos. Instantes después sentí que con un temblor en sus muslos se dió la vuelta y me ofreció sus pechos, fui desabotonando lentamente su blusa mientras ella se sentaba en una de mis piernas, una vez lo hice ella me daba besos cortos pero agrables en la oreja, en el lóbulo, en el cuello... Mientras tanto yo iba subiendo y bajando las manos por sus senos, ¡ah, que agradable!, a ella también le gustaba mucho, sus suspiros se hicieron más evidentes. Dejé sus muslos en paz un momento, pasando a sus pechos, le quité el sostén, lamí sus agradables pezones, ella estaba descontrolada, me levantó la cara y metió su lengua en mi boca, desabroché su falda y la fui sacando con delicadeza, una vez estuvo solamente en ropa interior, bueno una parte de ella, le di besos de pies a cabeza. Ella me quitó la camisa y me bajó el cierre de los pantalones. Metió su mano dentro y me acarició, ambos estábamos con deseos de tener sexo, sexo depravado, desmedido. Tiré todo lo que pude a un lado en mi escritorio y la eché sobre él... Tuvimos toda clase de sexo, oral, vaginal, anal. Esa mujer es un espectáculo, sus gemidos ahogados por mi mano me hacían perder la razón...

Luego de la manera más incómoda acabamos tirados en el suelo, descanzando. Mi secretaria tiene, en general, mucha similitud a mi mujer, buen cuerpo, cabello rubio, solamente que el de ella es ligeramente ondulado, y el de mi mujer lacio, pero en lo demás es muy hermosa, mi mujer y ella tienen los ojos color verde.

-Roxane, ha sido espectacular.

-Pensé que hoy iba a estar cansado, doctor. Como ha pasado todo el fin de semana con su mujer...-lo dijo incómoda, yo diría hasta celosa.

-Pues sí, pero hoy la verdad me causaste una sensación extraña, como si te hubiera visto por primera vez.

-Jaja, algo muy gracioso, doctor. Conoce hasta el rincón más escondido de mi cuerpo, como puede pasar tal cosa.

-Pues hoy me he levantado con la extraña sensación que no es mi vida la que estoy viviendo, sino como si estuviera simplemente condicionado a seguir lo que la memoria y la espontaneidad me mandan.

-Pues la verdad yo lo he sentido tan lujurioso como siempre.

-A eso es exactamente a lo que me refiero, lo que hice acariciándote la pierta fue un impulso, seguí ese impulso aún sin saber lo que pasaría - pero en mi cabeza recordaba la forma en la que me sonrió, lo que causó ese impulso.

-Como te digo es extraño que un lunes hagas esto, no sé realmente qué tienes en la cabeza, la mayoría de los hombres tienen una amante porque no están bien con su mujer.

-Tienes razón es muy extraño, tengo el recuerdo de que lo sentía raro pero dentro de lo que yo consideraba "normal" para mí, pero ahora que lo pienso es muy extraño.

-La verdad es que hoy te encuentro muy pensativo, me gusta eso, pero no es normal en una persona apasionada como tú, no te estarás volviendo loco, ¿verdad? - me miró atemorizada.

-No lo creo, pero si así fuera no lo notaría, ¿no crees?.

-Pues sí, quizás sea el trabajo, no cómo puedes trabajar tanto, descanzar, hacerme el amor, lo mismo a tu mujer y encima venir radiante a diario.

-Lo mismo pienso cuando veo todo lo que me resulta hacer lo que hago a diario.

-Bueno Carl, perdón, doctor. Tengo que irme a trabajar, no todos tenemos su mente prodigiosa.

-Adiós Roxane, consigue más lencería como esa, te ves hermosa - dije esto apretándole una de las nalgas.

-Ciao, doctor - me dijo sonriendo mientras salía por la puerta.

Roxane era mi amante, pero también mi amiga, y hasta donde recuerdo fue así como empezó todo, la afinidad, mi gusto por las mujeres de su tipo. Luego las sonrisas los momentos a solas. El resultado en general es que terminamos siendo amantes, y a diario mi oficina se convertía en el lugar en el cual terminábamos haciendo de todo. Fuera de todo esto Roxane es una mujer divertida, desinhibida, calmada, sincera, además inteligente, con la cual se puede conversar. Además ella vive enamorada de mí, me lo ha dicho muchas veces, lo cual la hace más fogosa a la hora de hacer el amor. Esto me hace recordar porqué no tengo auto, puedo demorar lo que quiera para volver a casa, o irme a un hotel con Roxane sin ser notado por el auto, fuera de que me gusta caminar. Pero sigo confundido, tantas emociones, tantos sentimientos. Sigo recordando estas cosas, vagando entre mis pensamientos sintiendo que no es mi vida la que estoy viviendo.

Acabaron las horas de trabajo de la mañana. Iniciaron las de la tarde, ahora sí me sentía cansado, tuve que leer los documentos recientes en mi ordenador para saber en qué estaba trabajando. Terminando las horas de la tarde salí, me acerqué al escritorio de Roxane, me incliné para darle un beso en el pecho, uno en la boca y un "hasta mañana".

Caminando mientras iba oscureciendo seguí preguntándome que iba a ser mañana por la mañana, si todos los días iban a ser iguales a este, con tanta confusión, tanta incertidumbre.

Llegando casi a la esquina cerca de mi casa me cruzé con unos hombres vestidos de negro. Me saludaron con mucho apuro.

-Buenas noches, ¿el señor Carl Nicola?

-Buenas noches, con el habla, qué desea de mí, ¿señor?

Lo siguiente que supe fue que el que me habló me hizo algo en el cuello, luego de lo cual todo fue oscuridad.

Desperté con la misma sensación de un lugar extraño. Estaba atado a una camilla. Delante de mí ya no estaban los hombres de negro, pero sí un hombre de barba blanca, aspecto de no muy anciano, pero sí de mucha inteligencia. Alrededor de la camilla en la que estaba acostado, totalmente desnudo, habían muchos aparatos que parecían demasiados modernos para la época.

-Carl Nicola. Mucho gusto, doctor.

-¿Quién es usted?

-Qué modales, Carl. Yo te enseñé a tratar mejor a la gente.

-Pues soy un hombre educado, señor. Pero la manera en la que me han...

-¿Decías? - dijo el científico con una sonrisa.

-Usted, usted, es ... ¿es mi padre?

-Pues Carl, por así decirlo, no soy realmente tu "padre", aunque tecnicamente sí.

-¿Qué quiere decir?

-Pues verás, no soy sentimental, como mis colegas, y los logros que hice contigo fueron muy grandes. A todo esto, soy tu creador.

-¿Cómo que mi creador?. Al parecer quien está loco no soy yo. Suélteme señor, por favor, tengo esposa y un hijo.

-Y al parecer también una amante muy hermosa.

-¿Cómo sabe eso?

-El experimento fue un exito - ya se habí dado la vuelta y estaba buscando algo entre los objetos alrededor de mí.

-¡Señor a qué se refiere! ¡¿Acaso me ha estado espiando?! ¡Suélteme!

-Silencio, Carl. Nadie te oye. El experimento ha terminado, por tal te voy a explicar todo, aunque no tiene sentido y soy una persona que trabaja con lógica voy a probar un poco más de ti con lo que te voy a decir. Eres un robot, un experimento, un ser netamente hecho por el hombre, mas no eres un hombre, ergo simulas uno, y muy bueno, debería decir. Yo te programé, desde tus inicios, ayudado obviamente por otros científicos que me ayudaron con tu interfase físicas, tuve mucha ayuda de sicólogos, médicos, eres un gran avance para la ciencia, Carl.

-Señor, usted está loco, por favor, suélteme. Le puedo dar lo que quiera...

-Carl, Carl. Lo que quería ya me lo diste, la satisfacción de ver que el trabajo de toda mi vida fue un éxito. Mira, todo un equipo ha trabajo alrededor de 20 años en tu desarrollo, eres un prodigio para la ciencia.

-Mire así eso fuera cierto, soy un ser vivo, pensante, tengo vida necesidades, familia. Tengo una razón por la cual vivir.

-Es cierto, es cierto, tienes una esposa y una amante con las cuales copulas como un animal. Un hijo que te tiene cariño y al cual tú le has tomado mucho cariño, pero todo eso también es simulado Carl, no te has movido de esta camilla desde que hicimos el primer armado de tu interfaz humana. Simplemente te has movido para hacer exámentes y pruebas de motricidad.

-Pruébemelo, señor, es algo realmente inconcebible.

-Espera un momento y voy a hacer lo que dices - dicho lo cual fue hasta un extremo de la habitación y trajo un espejo cerca de mí.

Acto seguido inclinó el espejo hacia mí y empezó a rebuscar entre mi cuello.

-Señor que va a hacer, por favor no me haga daño.

-Tranquilo Carl. Simplemente calla y observa.

Luego tiró de la piel de mi cuello, luego de lo cual empezé a gritar, y cuando me miré en el espejo noté que simplemente tenía delante mío metal y conectores que nunca antes había visto en mi vida. Ojos como humanos, y toda clase de aparatos sofisticados, con los cuales podía generar expresiones. Lo que ví me dejó callado en ese mismo instante. Era algo impresionante, increíble, horrible.

-Señor, ¿Qué me ha hecho?.

-Carl, tú siempre fuiste así, cálmate hubiera sido peor si te hubieras visto antes de implantarte la piel, no hace mucho que la tienes. Ciertamente te di todas las características de un hombre humano, mas no te di la capacidad de entender lo que realmente eras, la siguiente generación de robots tendrá que tener eso, o estaremos en serios problemas.

-Señor y mi esposa, mi hijo, Roxane...

-Todos productos de la memoria que te creé, increíble, ¿verdad?

-Ya veo, con razón tenía todo el tiempo esa sensación extraña, de que todo a mi alrededor era irreal, de que había algo más allá.

-Pues para ti, Carl, no existe "algo más allá", ciertamente...


-A pesar de lo que me dice, no dejo de preguntarme... ellos... ¿van a morir?

-Nunca estuvieron vivos.

-Pero, ¿no puede dejarme vivir?. Es como matar a una persona, yo tengo una vida, tengo familia, tengo hasta una mascota - de mis ojos querían salir lágrimas, y hasta pensé que caerían, pero noté que ciertamente no iban a caer jamás.

-Todo lo que tienes, Carl, son emociones, sentimientos, recuerdos, cosas que yo mismo te implanté para que parezcas más humano, y la simulación salió a la perfección.

- Cómo es que puedo tener detalles en la cabeza como mis gustos carnales, mis gustos para los alimentos y hasta para mis necesidades de excreción. No entiendo, cómo es que hacen esto, para qué.

-Pues para lograr reemplazar muchos huecos que los humanos dejamos, niños huérfanos, lugares donde se necesite ayuda humana, incluso un robot tiene un físico mejor que el humano. En mi caso particular fue el trabajo de mi vida así que la vanidad también me mueve.

-No deberían hacer esto.

-Y porqué no. ¿Qué podría salir mal? Fue un gusto haber conversado contigo Carl, eres mi orgullo. El experimento llegó a su final, ahora te vamos a desconectar.

-¡Nooo! No, por favor, no lo haga! Entienda, por favor, mi hijo, mi mujer, esto es una locura...

-Exactamente, sería una locura dejarte seguir simulando, eres solamente un robot, Carl, por favor, además una vez desconectado todo terminará.

Dicho eso me conectó a una computadora, por un agujero detrás de mi oído. En una pantalla se veían un montón de códigos fuera de mi entendimiento. Luego con un pulsado de botón final sentí como mi vista se iba debilitando y poco a poco iba perdiendo la razón.

-¡Nooooo! ¡No me hagan estoooooo! ¡No!...

-Silencio Carl, ya va a terminar todo, jaja, fue muy buena tu programación.

-No...

Desde ese momento todo fue oscuridad y aquello que pudo sentir luego, nadie lo sabrá y si queda algo de lo que nosotros llamamos "alma" en él, pues solamente se puede adivinar, ya que si él emite los gritos ahogados de un "alma" sin cuerpo, nadie lo oirá.



6 comentarios:

Silderia dijo...

Bonito, me ha gustado mucho, sobre todo la conversación entre el médico y el robot.

Ignotus dijo...

Gracias, se agradece el gesto.

Silderia dijo...

gesto ninguno, me gusta decir lo que me gusta, lo que no lo dejo en el aire y este me ha gustado mucho, los otros también, pero nunca me he atrevido a escribirte, tengo como un cierto recelo en esto, leo muchos blog y a pocos escribo.

Pero ahora tienes una charlatana más en tus comentarios, eso dalo por descontado, a ver con qué me sorprendes las próxima vez, porque este me ha encantado

Ignotus dijo...

Me parece excelente, igual yo, leí un par de tus post, son a mi parecer de muy buen ingenio. Al igual que tú muchas veces no comento porque soy poco de comentar. El tiempo además nos da problemas, sobretodo si uno estudia, imagínate que hace horas leí tu comentario y recién estoy puediendo responderlo, bueno, de nuevo gracias, y saludos a tu novio y suerte para los dos.

Anónimo dijo...

Muy Bien, Manuelito... te felicito.. sabía que había un escritor en potencia al conversar contigo.. algún tiempo atrás.. tu intrepidez y curiosidad, hacen especial cada detalle de la vida que ahora pintas con palabras...

Ignotus dijo...

Gracias, profe. Creo que es usted, ¿o no?