lunes, 9 de agosto de 2010

Casi un brindis...

A veces cuando el día es triste, como ahora, una nota que el cielo no sonríe, las gotas de nube quieren caer y a la vez no, como las lágrimas de un niño avergonzado.

En esos momentos uno recuerda los pasajes cumplidos, los hechos pasados, las anécdotas divertidas, los momentos compartidos y el tiempo regalado.

Momentos en los que uno quisiera arrastrar situaciones antiguas tomadas a la ligera, que al parecer nunca volverán, cosas hermosas que se llevó el tiempo, razones absurdas por las cuales los rayos de sol se niegan a alumbrar.

Por las personas que dijeron "adiós" sin despegar los labios, que dejaron una profunda e imborrable cicatriz en nuestro corazón con forma de estela, como cuando una estrella fugaz surca el cielo y nos deja la esperanza de ver nuestros sueños cumplidos. Ellos forjarán eternamente cadenas gruesas en nuestro corazón y atraerán a nosotros llanto sin lágrimas ni gemidos, abrazos nostálgicos y vacíos, paseos en solitario por una vereda conocida.

Por aquellos que lograron despedirse, o no, sin embargo nuestra razón tenía la certeza de que un día partirían dejándonos solos por siempre, que ya no se encuentran con nosotros pero su recuerdo siempre reconfortará nuestros corazones, alentándonos a seguir, haciendo que sus deseos, nuestro legado, nos obligue a sentirnos casi tranquilos, expectantes, queriendo hacer sentir orgullosa a una ilusión perteneciente a un pasado impenetrable. Ellos nos hacen abrazar con desazón una prenda con su aroma, haciéndonos sentir protegidos, o protectores, acurrucar en nuestra mente una escena pasada con una copa de vino en una mano o quizá el humo de un cigarro brotando de nuestra boca, nos hacen abrir los labios para contar sucesos a su lado, sentirnos un instante cansados, sin ánimos...

Por todos aquellos que por alguna razón, conocida o sin conocer, ya no nos hacen sentir acompañados, por un amigo perdido, por un familiar muerto, por un amor extraviado, por aquellas personas que vuelven, por una décima de tiempo a nuestro lado, porque convierten nuestro corazón en una joya gastada, un disco antiguo y rayado.

Por ellos hoy mi escritura atrae a los recuerdos, por aquellos que nos hicieron reír y sentirnos seguros, para aquellos a los que debemos tanto sin poder agradecerlo, para ellos hoy estos simples versos.

2 comentarios:

Silderia dijo...

Todos aquellos que no están, que se perdieron en el camino por diversos motivos, te enseñaron algo, bueno o malo, da igual, el caso es que ayudan a forjarte, por eso siempre los recuerdas.

Besos, Silderia

Ignotus dijo...

Diste en el clavo a veces esos recuerdos alegres nos llevan a momentos tristes, sin embargo siempre nos enseñan algo y nos forjan el carácter suficiente para afrontar la vida con más fuerza y vivirla con más intensidad. Aprecio mucho que leas lo que escribo. Muchísimas gracias.