lunes, 15 de junio de 2009

Se va a llamar como tú...




Triste este cansancio que me produce seguir caminando, las ganas que tengo de parar y no seguir con este desagradable condena. Porque mientras paso por un charco de agua y bajo la cabeza no puedo evitar que me guste el desagradable aspecto que tengo a los ojos de los demás.

Las cosas que hice a través de mi vida siempre las cargaré como un lastre para sentirme buena persona... Sin embargo lo que más me tiene conmocionado es que no me importa.

Las últimas veces que te vi tenías un aspecto similar al mío, la gran diferencia es que tú no tenías ese rastro que deja en los ojos algo terrible.

No te pido perdón por llegar al punto al que llegamos, tú muy lejos, y yo hecho un trapo humano. Los recuerdos bullen por mi mente, y aún ahora veo tus manos delicadas y pequeñas mientras me hacían un "adiós", y era exactamente por eso que te sentías tan desdichada, mi ausencia te hacía retorcer de dolor, y era literalmente retorcer, quién sabe el porqué de tu comportamiento, los llantos, los tirones de cabello, los gritos, pero algo de eso, al parecer, me desquició.

¿Quién puede explicar los motivos por los cuales una mujer se vuelve loca? Aunque en realidad a mi parecer, tus reacciones fueron las de una persona realmente "cuerda", aunque mi opinión ahora no cuenta, ya que, al parecer, yo también he perdido la razón.

¿Porqué tuviste que gritarme de esa manera? ¿Porqué tuviste que proponerme aquello? Y sobretodo de aquella manera... Yo jamás habría hecho aquello si no me lo hubieras pedido, y hablando de esto no puedo dejar de pensar que la actitud que refiero ahora es un simple recuerdo, y que si no le hago lo mismo a otra persona en este momento es porque simplemente las "reglas de la sociedad" lo tildan como una aberración.

Nunca quise engañarte, pero por la manera en que me lo pediste, sí quise hacer lo que me vociferaste en ese momento.

Las cosas que dijiste aún resuenan en mi mente, jamás quise engañarte, lo juro. Pero las cosas pasaron como no debían de pasar, las cosas que hice, inducidas en parte por el alcohol, en parte por la lujuria, no las hice de corazón.

Cuando te conté el resultado de esas acciones enloqueciste, y en realidad la culpabilidad la cargo yo, jamás diría lo contrario, resultado de esas estúpidas acciones ahora también estoy loco.

Si no me hubieras gritado tanto que me amabas, si no me hubieras convencido de aquella manera...

Ella salió embarazada, y ella también está enamorada de mí, de una forma muy diferente e inferior al sentimiento grandioso que me prodigabas. Realmente extraño eso, las cosas que eran como mi alimento, las cosas que ahora me producen una gran desazón. Extraño tus manos pequeñas sobre las mías, extraño tu mirada cálida y expresión de seda, extraño los momentos que se hacían cortos a tu lado, extraño tus abrazos y tu manera de peinarme, extraño el olor que dejabas sobre mi ropa y mi cuerpo, extraño tus remedios para mi soledad y extraño tu cocinar, pero lo que más extraño y hace a mis ojos botar lágrimas en este momento es el hecho de saber que no estás viva, el hecho de saber que nuca más veré el brillo especial en los ojos que te hacía ver más viva que el resto de la gente.

Tuve que matarte, tuve que matarte, me lo pediste... ¿Porqué me lo pediste? ¡Sé que me equivoqué! Sé que estabas triste, y por tu culpa y más aún por mi culpa, ahora también estoy triste, estoy muriendo de tristeza, y la razón por la cual sigo vivo es por la misma razón por la que ahora estás muerta.

Me hubiera gustado acompañarte, pero tenía otras obligaciones a las cuales responder, sabía cuando lo estaba haciendo que esperabas que te acompañara, pero sabía que solamente era un arrebato de egoísmo, porque jamás fuiste egoísta, jamás me lo permitirías.

Cuando tomaste el veneno y al final me miraste y tenías esa expresión que tanto me gusta, esa expresión que siempre me decía lo profundamente enamorada que vivías de mí tuve ganas de mandar todo al infierno y buscar una manera de no dejarte hacerlo, pero sabía que las razones de ello eran mi culpa, y ahora que estoy tan loco como tu te comprendo.

Sé que querías tener una hija conmigo, sé que la tristeza, el hecho de saber mi traición y mi vergüenza fue lo que te mató. Sé también que antes de morir sabías que iba a ser niña y sé que querías que se llamara como tú.

El tiempo sigue pasando y 7 meses se han terminado, ahora que cada vez más el tiempo me va consumiendo y la pena me va asesinando se acerca el momento.

Mi hija va a nacer dentro de poco y, te lo juro con todo mi amor, se va a llamar como tú, Nicolle.



jueves, 7 de mayo de 2009

Me están esperando...

Porque sólo sabes sonar sincero cuando estás lejos, y de la tristeza eres dueño. Haces cosas sin pensar, tienes ganas de llorar. Tu mirar vacilante me dice qué piensas, ahora que lo ves la vida no puede estar más muerta, mientras tu corazón quisiera dejar de palpitar.

No vas a negar que extrañas tu vida de antes, pero en la situación en la que estás no dejarías que el destino te arrebate las fuentes de felicidad que tienes. Te cogerías de ellas tan fuerte que hasta les harías daño a sus fibras más sensibles. Te romperías las uñas y aún de ese modo verías la manera de morder para quedarte cerca. Tu situación es tán triste, tan desesperante, que al parecer un sólo soplido más de melancolía sería suficiente para darte en la razón, despojarte de ella y conducirte al suicidio.

No me mires a los ojos, espejo de mi alma, que mi corazón siente tu pena. Esta condena amarga que me tiene observándote y a ti sufriendo, nos hace merecedores de la más profunda de las compasiones, esas de las que solamente se escucha cuando uno habla de un moribundo...

Pues eso es lo que eres, pues eso es lo que soy. Y ahora mirándote a los ojos, siento un gran enojo, porque sé que pudimos hacerlo mejor... Les negaste lo mejor de tu compañía, y eso que antes eran lo más importante en tu vida, antes no esperabas un segundo sin verlas, mejor era recibir la muerte completa, pero tú mismo destrozaste esa ilusión, te empujaste al olvido y a hacerle daño a ese par que era tu gran amor. Querías que llegarán a viejos y ver crecer a tus más grande amor, pero no lo lograste, ahora has perdido todo, sin excepción. Ahora también estoy triste porque por más que te grité lo que pude pudo más ese camino que tomaste que la razón.

Las sonrisas que iluminaron tu vida iluminarían la vida de cualquier mortal, y esas risas, esas risas que despertarían el alma más yerta. Sin embargo son esos los motivos de tu tristeza, no crees mercerlas y tu corazón, y mi corazón, tienen ganas de llorar.


Cuando salimos a la calle reuhímos la mirada del resto, cuando nos miran a los ojos asoman a ellos un tono nostálgico, se tornan vidriosos y el socializar pierde todo sentido práctico. Ahora que estás solo, y estoy solo, podemos acompañarnos, pues aún esta soledad es llevadera si no nos volvemos locos.


Pudiste hacerlo mejor, de eso estoy seguro, porque cuando pienso y recuerdo los momentos en los que nos preguntaban "Qué teníamos" miramos al vacío mientras decíamos "Nada". Y es exactamente eso lo que nos queda ahora que todo lo convertimos en nada.


Es más, aún estas palabras que ahora pronunciamos en nuestra mente parecen ser nada, parecen no llegar a nada, ¡es tan desesperante!, nos costó ser más ecuánimes...


Si tan sólo cuando nos pedían que les diéramos un beso lo hubiéramos hecho, las cosas ahora no parecerían tan vacías.


Y ahora que vuelvas a esa casa, ahora que me lleves para allá, procura dedicarles más tiempo, produra responder a sus preguntas, sobretodo a la pequeña, que cuando recuerdo su belleza, su tierna manera de consultarte y contarte sus problemas, se me parte el alma y rompo a llorar.


Ahora que vayas a verlas, ahora que las sientas de nuevo cerca, déjame también acercarme a ellas. Déjame decirles cuánto lo siento, déjame decirle cuánto las siento.


Para cuando me respondar pueda llorar en sus brazos, para que los pedazos de esta alma rota puedan sentir la liberación de sus abrazos. Para que pueda dejar de romerderme, para dejar de sentir que pude hacer más contigo para no perderlas.


Esta noche es tan significativa, esta noche que de nuevo me escuchas, esta noche que por fin te escucho mientras piensas. Esta noche no es, al parecer, como otras tantas noches, esta vez sí sopló un dejo de melancolía, o sería quizás tu corazón que no quería sentir más culpa. Esta noche tirado en tu cama sigues pensando que pudimos hacerlo mejor, sin embargo te perdono, te perdono todo este dolor.


Dejando los detalles quiero que sepas que te perdono por todo, que las razones para que sintieras parte de mi enojo ahora son ya insignificantes, el licor esta vez no tocó para nada en tu coraje, esta vez eres valiente por tu parte.


Y ahora, en el momento culmen, en el momento en que alzas la pistola y te miras al espejo, puedo ver la decisión en tus ojos y el temblor de tus manos, esta vez, a mi parecer, haces lo correcto, no debiste beber tanto, sino ahora, en este preciso momento, sus suaves manos te estarían sujentado, sus tiernos besos estarían paralizando esta mundana locura, si no hubieras bebido tanto ellas no estarían en el cielo por ti esperando, tu auto no se habría volcado y ellas estarían acompañándonos, pero no sucedíó así, tu vicio pudo más que sus ganas de vivir. Sé que las recuerdas gritando, mientras tu hija dormía y se despertó y mientras el auto daba vueltas de campana, murió llorando. ¿Recuerdas ahora, tan bien como yo, a tu esposa rogando por la vida de su hija? Si lo recuerdas tanto como yo, hemos tomado una decisión. Ahora que la amargura nos ha tenido mucho tiempo indecisos, esperando. Ahora que jales del gatillo tú y yo estaremos perdonados, y esta vez, allá a los lejos donde brilla el sol y se pierde la luna, lo haremos mejor.

jueves, 30 de abril de 2009

El último recuerdo





Corro, corro, no sé qué hacer, sigo sintiendo los pasos que me persiguen como perros rabiosos a punto de rasgarme la carne. No sé si pueda más.



Tengo que seguir corriendo, más adelante diviso una escalera de metal, esas de emergencias que le permiten a uno meterse a los departamentos por las ventanas. Está a medio bajar. Cuando llego a ella vuelvo a escuchar el grito de mi perseguidor, tengo que lograrlo. Salto para asirme de uno de los escalones de metal. Fallé, una maldita fruta podrida me ha hecho resbalar, ¡maldita gente!, nunca pueden botar su basura donde es debido.



Me levanto como puedo, las cosas no me pintan nada bien. Esta noche debí quedarme en casa. ¡Ay Blanca! Si tan sólo divisaras mis ojos sufriendo sé que en este mismo instante te interpusieras entre mi destino y yo, cosa que no permitiría jamás, claro está.



Al final mi perseguidor también resbala, no sé con qué. Aprovecho ese momento, salto de nuevo la escalera de nuevo sin éxito, y corro otra vez.



Al seguir corriendo noté que las calles por las cuales iba no eran las mismas que recordaba desde siempre, incluso los anaqueles y estantes en las tiendas no parecen ser los mismos. Casi siempre pasaba por esta calle para ir a buscar a mis amigos. Por desgracia ninguno que me pueda ayudar se encuentra en la ciudad.



Sigo corriendo y corriendo y cuando mis pasos ya no pueden más vuelvo a tener el mismo sentimiento de desazón dentro de mí, que no es tan si quiera por la muerta prematura que me persigue a toda velocidad mientras yo corro con zapatos hechos de plomo. Las caras de las personas parecen ahora más vivas, como si cada segundo que pasase lo viera transcurrir como cuando caen gotas de lluvia hacia el suelo.



Las cosas más insignificantes se me hacen notorias, por ejemplo el nuevo color de mantel de la señora vendedora de Flores, la camisa de rayas que nunca le había visto al tendero de la esquina, el gato pardo que cruzó la calle y subió al tejado, y así podría seguir detallando cosas que en más de 25 años de vida no había visto pasar.



Cuestiones como estas no son raras, sencillamente imperceptibles. Y ahora que mientras cavilo se me cruza el tan temido perseguidor, esta vez con una sonrisa triunfante en el rostro dispara sin piedad sobre mi muslo izquierdo.



La sensación desboca en mis nervios y en un impulso desesperado echo a correr nuevamente de la manera que puedo, llego al cementerio pensando en qué habrá provocado que se detenga mi futuro asesino, mientras pienso también en porqué diablos no pedí ayuda.



Una vez me siento en una de las lápidas noto como lentamente va apareciendo una sensación de quemazón en el punto de impacto para luego ir expandiéndose de forma rápida sobre todo mi muslo, siento como los nervios me agarrotan el resto de los músculos y me hacen retorcer de desesperación. Las ganas de gritar y luego de un momento el grito desgarrador que produce el dolor insoportable del trozo de metal incrustado a tal velocidad sobre mi carne: ¡Aaaaaaaaah!!!



Luego de un instante percibo nuevamente las sensaciones externas, detalles infinitamente insignificantes para una persona con la certeza de la vida. Irónicamente diríamos que en el momento de la muerte no me voy a andar fijando en agobios tales como porqué está mal ciudado el césped, o como porqué nadie le llevaba flores al dueño de la lápida en la cual me arrecuesto, y entre tantos pensamientos insulsos de nuevo aparece delante mío el servidor enviado por la muerte para darme mi pasaje de avión.



Al parecer no tiene tiempo para esperar, dispara sin piedad sobre mi pecho. Esta vez siento, por un instante, como si estuviera chorreando un líquido caliente mientras que luego voy sintiendo el ya conocido, aunque reciente, dolor del maldito disparo, los gritos no se hacen esperar de mi parte, mientras pienso porqué lo hice, porqué hice eso, porqué tuve que andar espiando donde no debía. Maldita gente con sus negocios turbios...



No tuve intenciones, Blanca, y aunque las cosas ahora se me salieron totalmente de control, quiero que entiendas que mientras pienso en nuestro perdido futuro, también pienso en ti y en nuestra vida juntos, mañana por la mañana que te levantes con los ojos cansados y pensando en tu amor, las cosas no serán como todos los días, porque tu detalle más grande, que soy yo, este día pierde su chispa, a manos de un sicario que sólo le importa matar.



Mirar ahora el sol saliente, recordar los momentos junto a ti, en donde nos prometimos vivir hasta envejecer, saber que no puedo cumplir con esa promesa, ese es motivo mayor para morir de una vez.



Las cosas no salieron como yo quería, y por más que sienta el mundo más vivo que toda la ciudad junta, la situación seguirá siendo la misma, y yo por consecuencia tengo que perecer.
Mañana por la mañana, Blanca, no llores mi muerte y si por algún motivo lees mis pensamientos mientras los mentalizo, recuerda siempre quién fue el que más te quiso, quién es el que te ama y te amó.



No eches a perder tu existencia y mientras sobrevivas a mi ausencia, déjame entender y darte a entender porqué pierdo la vida: Al parecer la razón tan sencilla como que no debes mirar mucho a un ladrón, estafador, extorcionador u hombre con dinero y todo que perder.



Esta noche, Blanca, para mí ya no serán buenas. Y como pienso ahora en todas estas cosas el tiempo me hace reconocer mi actual situación, el dolor consume mi cuerpo entero y sólo espero morir. Miro hacia mi captor, y de nuevo con una sonrisa jala el gatillo...



Recuerdo en estos precisos instantes el último beso contigo, el día que falleció mi padre, el día que se fue de la casa mi madre, y el día que nos casamos. Ahora mientras la vista se me va nublando y todo se va volviendo negro, quiero , Blanca, que mañana por la mañana me digas que te espere, que las cosas van a terminar como lo planeamos antes de mi muerte, Buena suerte, sé fuerte y con el tiempo cuando lo pienses recuperarás la compostura y darás gracias por no haber cometido la locura y el error de seguirme con premura.



Mañana por la mañana cuando despiertes, todo será diferente, aunque tu vida de muerta viviente te lo oculte hasta que partas cerca de mí, que esperemos sea mucho tiempo.



Ahora no veo casi nada, la oscuridad y el dolor desaparecen consecutivamente... Ahora, Blanca, me desea la muerte, pero cuídate, y aléjate de mi suerte, ¡Te amo con todo mi sentir! porque aún oigo tu latir cerca de mí. Adiós.



Y con un último suspiro pude ver como en una película la única cosa que me hace sentir vivo: la ausencia de la muerte y el amor en un mismo camino.





jueves, 16 de abril de 2009

Bailando con mi princesa

Mientras esperas sentada en la cama me dirijo hacia el ordenador para poner una canción romántica. Avanzo lentamente mientras pienso cuál sería la mejor canción para bailar con mi amor. Escojo una canción, a mi parecer bella, te la dedico, te lo digo pensando en voz alta.

Te levanto de la cama, te pego muy cerca hacia mí y, mientras miro por un momento el ordenador, elevo el volumen para que mientras cante no se escuche mi pésima voz.

La letra y la melodía van avanzando y me pierdo en tu mirada. Qué no daría yo por encontrarme e irónicamente por perderme en el profundo color café de tus ojitos de sol. Tomo una de tus manos pequeñas entre la mía y con la otra procuro sostenerte mientras me miras con cierta atención.

Te miro y tú me miras, y cuando te digo "Te quiero, mi amor" me prestas mucha mayor atención, me miras y sonríes, te avergüenzas y agachas la mirada y yo sonrío por esa simple razón.

Créeme cuando te digo que juro que nunca dejaría de mirar esos ojos con admiración. Amo esa mirada tierna esas mejillas llenitas. Amo tu ceño fruncido y tus ganas de aprender más día a día. Amo tu sonrisa color de primavera. Amo las líneas de tus manos, amo la forma en que se acomoda tu cabello, igual al mío y no por eso me amo tanto como amo a la princesita más bella del mundo entero.

Vuelvo a repetir la escena y te vuelvo a mirar. Vuelvo a colocarme cerca de tu oido y te susurro mientras me muevo con el compás que me da el sonido, te digo esta vez que te amo y tu sonrisa se hace más evidente.

Al parecer no puedes hablar, y bueno para mí es obvio, no tengo que decir nada más. Sé que también me amas lo noto en tu pensar. Esta vez resultaste aún más tierna y me abrazaste sin pensar.

Ahora sigo cantando junto a la música de la canción y mientras mis manos siguen sosteniéndote trato de apretar un tanto más la mano que toca tu mano. Te alejas un poco de mi y me vuelves a mirar, acaricias mi rostro, y yo me derrito viendo tus deditos pasar.

Te vuelvo a mirar, otra vez. Ahora me acerco lentamente hacia ti te doy un dulce beso en tu boquita pequeña, esta vez te quedaste perpleja pues aunque siempre lo hago al parecer este beso inocente fue con más intensidad. Te pido un beso ahora, pareces dudar, sin embargo te acercas de un modo un tanto torpe pero encantador y pones tus labios en los míos.

Ahora vuelvo a acercarme, te intento abrazar, pero algo inesperado pasa. Me acabas de golpear, tus manitos dieron en mi frente, lo que pasó creo adivinar, al parecer te has cansado, me miras asustada. Pero mi risa has notado y sonríes conmigo, arruinaste una escena romántica, una escena magnífica, la más romántica de todas las que he tenido en mi miserable vida, que dejó de ser miserable con tu vida.

Sigues riendo y me rio sin parar, pues para tener un año de vida eres una cómica sin igual, además de saber bailar. Ahora que te veo de nuevo nos parecemos mucho, y sigo pensando y pensando y me rio sin parar. Al parecer te cansaste de tanto cariño, pero no importa a veces me comporto como un niño y no puedo evitar darte amor sin parar pues te amo hijita querida y no lo puedo evitar.

Ahora si algún día leyeras esta historia sabrás que siempre en mi memoria se guardarán momentos tales como este que si me vieras escribir también me verías llorar, te amo tanto que el mundo pareciera que se me va a acabar. Se me consume la vida mientras tu vida se llena, ahora que eres pequeña espero poder ganar esas gotas de cariño que ahora con golpes me das.
Aún no sabes hablar y como lo dije antes no necesitas tal, pues si lo hicieras me darías un golpe fatal, un golpe de felicidad, porque nada me haría más feliz que escuchar "te amo papá" y sé que dentro de poco lo harás. Y sin cansarte mucho me despido y ahora te pido que no me dejes de amar jamás.

miércoles, 1 de abril de 2009

Nada grita más fuerte que el silencio

Las peleas se han vuelto insoportables,
las cosas que oigo de sus labios
no me permiten seguir hacia adelante,
algo me nubla la mente,
quedarme aquí es un peligro constante.

Necesito caminar,
quiero respirar,
pues nada odio más
que este inútil silencio.

Escapar de este infierno
no puedo, no puedo...
No puedo seguir viviendo
y las cosas que me vienen a la mente
parecen nada más que un recuerdo.

Ayer por la noche volví a verla llorar
mis manos no la quieren volver a tocar,
el dolor de ella es tan grande
que las cosas y el mundo entero
se me posan delante.

Esta noche llegué tarde,
nada malo hacía,
pues se ve que sé escribir poesía.
Y un poeta tiene las manos benditas.

Sin embargo esta noche,
a pesar de tanto reproche,
discutimos otra vez,
sus uñas de nuevo rasgaron mi piel...

Me levanté del suelo
la miré con resolución,
había perdido la razón,
las cosas no tiene solución.

Nada pesa más que un golpe al alma
las cosas no tienen calma
cuando levantas la voz,
y porque eres tú
es la única razón de que no te haya abandonado.

Empezó con un empujón,
hoy tus gritos de dolor
son mi maldición.
Necesito respirar,
necesito aliviar esta quemazón
que siento en el corazón.

Cuando llegué no te podías levantar,
los golpes que te di
te dañaron hasta gritar,
ya no sé que decir,
¡discúlpame!,
pues te amo a mi pesar.



Ha pasado un tiempo,
las cosas siguen igual,
ahora más que nunca
quisiera renunciar,
pero la verdad no puedo,
soy un cobarde sin igual.

Y nada pesaría más
que tu ausencia,
que esta habitación
sin tu olor y tu gritar.

Ahora disfruto de tu dolor,
tus gemidos y gritos
me llevan a pensar
que solamente necesito
el sabor de tu pesar.

Me gusta el sabor de tu sangre,
me excito sin igual,
y hasta que hagamos el amor
no voy a parar...
Te amo, aunque no sé la razón...

Al levantarnos a la mañana siguiente
las cosas siguen tan igual,
luego de los golpes
tu cuerpo me hace vibrar.

Pero no puedo olvidar
que esta mañana parece necesitar
algo más de sangre,
algo más de impiedad.

Llevo ocho días con esa duda
la verdad, aunque sea cruda,
me tiene sin hablar.
Este noche no peleamos,
me dejé golpear.

Ha llegado el día, te necesito,
tu cuerpo sin vida,
tu alma perdida,
te necesito.

Nada importa ya,
de nuevo empiezas a gritar.
No te comprendo,
solamente pienso en matar.

Miro tus ojos llorosos,
no entiendo,
no sé que pensar...

Allí vienes de nuevo,
con los brazos en alto,
llorando, llorando...

Nada pesaría más
que tu vida de nuevo
recorriendo mi guarida,
no tengo que soportar más.

Te miro a los ojos,
camino hacia ti,
tienes miedo, lo sé,
pues has calmado tu enojo.

Quién sabe como se verá
mi cara distorsionada
por el odio que saldrá,
ahora estás tirada.

El golpe no fue suficiente,
ahora que lo pienso,
nada me excitó más
que ver gemir a un casi muerto.

O una casi muerta,
debiera decir,
pues al darte en la cabeza,
las heridas abiertas
y tu desesperación
dejaron paso a mi excitación.

Y mientras te desvestía
con insana perversión
no pude evitar sentir
que mi locura
mascaba fuerte mi corazón.

Mientras con tus piernas
me empujabas hacia ti
no pudiste sentir
mis verdaderas intenciones.

Las razones que tomé
para poseerte de esta manera
no las conoce ni mi alma,
gimes como una ramera
mientras te meto la muerte entera.

Una ves terminado
notaste que seguía golpeando,
tus uñas rasgaron la pintura,
ahora estás asustada, ¿o no?
estáte segura.

Te dejé ir, esta vez,
para acumular diversión,
no hube de ver entretenimiento
en matarte sin previsión.

Por ello te lo dije
y tus ojos se agrandarón,
las lágrimas de nuevo brotaron
y mientras corrías con tu cuerpo
desnudo y amoratado,
las cosas no cambiaron,
todo estaba determinado.

Ahora gritabas, pero aún así
las cosas no habían terminado.
Tome un martillo, y lo pensé,
mejor sería la sangre en un cuchillo,
un simple ataque y todo finiquitado.

Así sucedió, mientras buscabas tu ropa,
perdiendo el tiempo tontamente,
la sombra en el cuarto aparecía continuamente,
una sombra atormentadora, inquietante.

Cuando llegué con mi cuchillo
estabas en sostén y yo en calzoncillos,
te retorcías en el suelo,
mientras clamabas ayuda al cielo.

Las cosas no cambiaron, de nuevo,
caminé hacia ti sin remordimientos,
empujé la hoja hacia tu seno.

La sangré empezó a brotar,
se terminaba mi sufrimiento,
ahora todo sería silencio,
como en mis sueños, en mis pensamientos.

Una vez di la espalda
algo se paralizó en mi cuerpo.
Era mi corazón ahora muerto
que vivía para ver morir su sufrimiento.

Caminé lo más que pude
para tenerte cerca de mí,
ahora comprendí
el motivo de todo esto.
La muerte viene hacia mí,
rie y me mira con detenimiento,
¿le parecerá divertida mi partida
después de tanto sufrimiento?
El amarte me llevó a esto,
ahora estamos juntos
a pesar de tantos malos sentimientos.
Espérame donde estés,
para volver a darte sufrimiento.
Es lo que te mereces
por hacerme sentir esto,
espérame que por ti iré.

Nada grita más fuerte
en el silencio,
que la espera de un corazón
que se dio por muerto.

lunes, 23 de marzo de 2009

Sin vida

Abrí los ojos, levanté la mirada y vi delante de mí un techo simple, sin ninguna clase de adornos. Al ponerme en pie tuve la extraña sensación de haber olvidado algo, como si tuviera un pendiente importante que urgiera por ser cumplido. Miré mis manos, raras, de dedos largos. Miré hacia las esquinas y en una de ellas encontré una cesta con una almohada sobre ella, y en el frente tenía unas letritas en madera que formaban el nombre CANDY. Me sorprendió pues recordé que tenía una gata hace un par de años. Lo extraño era que la recordaba como si simplemente la hubiera visto todos los días en algún otro lugar, quizás en la televisión.

Terminé de parame, la cabeza me dolía un poco. Caminé hacia el cuarto de baño prestando clara atención de todo lo que a mi alrededor podía observar. Miré un cepillo de dientes azul sobre un vaso, dentro del cual también se encontraba la pasta de dientes y una máquina de afeitar. Luego miré hacia el lavabo, había una jabonera celeste con un jabón semi-transparente, supongo que es de glicerina, que graciosa palabra "glicerina", suena similar a cocaína. Bueno tomé el jabón y dándole una sobada suave contra las manos formé un poco de espuma con el agua, luego de lo cual me lo eché a la cara, estaba medio atontado, lo noté por la absurda razón que dejé que me entrara jabón en los ojos; lo curioso es que normalmente si uno anda medio atontado por el sueño o algún dolor tiene los ojos entrecerrados, por lo cual no es normal que pase lo que me pasó. En fin, sentía ardor y picazón en los ojos, los restregué un poco, les eché agua y listo. Mantuve un momento la mirada sobre mi rostro. Estaba un tanto anormal, con una mirada de astucia, algo que no era normal, agité el rostro hacia los lados, luego de lo cual obtuve la expresión que buscaba tener, la de ligeron atontamiento. Mis cejas gruesas, mi frente amplia, el cabello largo echado hacia atrás, la nariz un tanto gruesa, los labios no muy delgados ni muy gruesos, la cara delgada, el cabello negro; miraba el espero y los ojos negros en ellos me devolvían una mirada ahora extraña. Aún ahora me pasaba, mirándome a la cara, esa sensación extraña de que han pasado años y no me reconozco una vez me miro con atención. No sé si será algo normal, quizás, en mi mente corre el vago presentimiento de dejavú, como si alguien me lo hubiera comentado antes... Sí, quizás sea eso.

Caminé hacia mi habitación de nuevo. Mi ropa se encontraba planchada, lo recuerdo, lo hice ayer... Pero, ¿sería realmente ayer?, tenía la extraña sensación de distancia en la mente, como si simplemente estuviera repasando parte de mi vida, mas no que estuviera tan cerca del presente.
Me vestí y salí del cuarto, observé mis muebles de tapizado simple de un solo color, no me gustaba el cuero, sobre todo el olor que emana. Anduve hasta la cocina y simplemente me serví un vaso con yogurt, estaba helado, lo cual me proporcionó cierto placer. ¡Ah, qué rico!, me dije. Ahora, ¡a trabajar!.

Pero a trabajar ¿dónde? Por un extraño momento no pude recordarlo. En mi mente raras imágenes de un lugar sobrio, en el cual tenía cantidad de aparatos, objetos ahora sin sentido. Pues bien a seguir adelante, recuerdo que tampoco me gustaba tomar taxi, no me gustan los buses, tampoco tener auto, aunque puedo comprármelo. Así que caminé hacia mi trabajo, estaba a unas 10 cuadras, pero iba con tiempo. Al llegar noté que me observaban desde lejos, como vigilándome. Al llegar a la puerta de ingreso de la empresa me saludaron.

-Buenos días, doctor.

-Buenos días, doctor Carl.

-Buenos días - Respondí.

Tengo una voz gruesa, otro detalle que no se escapó a mis observaciones.

-Buenos días, doctor Nicola.

-Buenos días, Max.

Otra vez lo mismo, recordé maquinalmente el nombre del portero. Pero no es esta la manera normal de recordar a alguien. ¿Porqué diablos recuerdo de esta manera? Como si todo, absolutamente todo lo hubiera visto en una especia de película. Ninguna de las cosas que están sucediendo en este instante me resultan actuales. Solamente tengo, en este instante, este sentimiento irreal de que sé exactamente en teoría quién soy, pero que no siento que soy eso.

Avanzé por la puerta recordando que mi oficina se encuentra en el quinto piso. Al subir el ascensor, luego de salidar a media docena más de personas, me encontré a unos pasos con mi secretaria, Roxane.

-Buenos días, doctor.
-Buenos días, Roxane. ¿Alguna llamada para mí?

-Ninguna, doctor. Su periódico se encuentra en su oficina.

-Gracias, Roxane. A ver si más tarde pasas a mi oficina, requiero unos documentos, además sería bueno que nos sentáramos a conversar con un buen café.

-Está bien doctor- me lo dijo con una sonrisa malicionsa.

Pasé a mi oficina, un lugar tal como el que había recordado. Me senté en mi sillón absorto en mis pensamientos. Como sería esto posible, ¿le habría pasado antes a alguien?... Preguntas, a mi parecer, sin una respuesta determinada. Mientras más lo pensaba sentía que me iba estallar la cabeza de pensar en tantas cosas por resolver a la vez, como cuando estudiaba en la universidad... Vaya, hasta eso me parece recordarlo como por simple memoria de alguien ajeno.

Abrí los cajones de mi escritorio en busca de detalles que me llevaran a descubrir, o recordar, más sobre mí mismo. Encontré muchos objetos del trabajo en los cajones, pero cuando me faltaban abrir dos cajones para terminar, encontré en el del centro un portarretratos con cupo para dos fotografías. Dentro de una estaba una mujer conmigo en una playa, a primera vista he de confesar que es una hermosa mujer, realmente hermosa, de cabellos largos y rubios y cuerpo excelente, al menos como a mí me gustan, senos grandes y un tanto separados, cintura pequeña, y un trasero medianamente grande y firme. En esa foto estábamos sonriendo, yo le estaba dando una palmada en el trasero, algo que me gusta hacer, los dos con ropa de baño y lentes de sol, al ver donde se posaba mi mano no pude reprimir una sonrisa. La segunda foto tenía a tres personas, de esa linda mujer, esta vez un niño y yo. El niño de cabello negro, las facciones del rostro de la mujer, pero con mis cejas y mis ojos. Ahora lo recuerdo, mi hijo y mi esposa. El niño se parecía a su madre, pero ciertos detalles que lo hacían parecido a mí. La memoria me dijo que teníamos 10 años de casados. ¡Qué mujer!, pensé, y de verdad muy hermosa; en la segunda fotografía estábamos en el jardín de nuestra casa, mi hijo con unos shorts y una playera, y mi mujer con una falta corta y una linda blusita, lindos pechos. Rosa y André, mi familia, miré mi anillo de casado y me sentí de nuevo en un mundo aparentemente real, pero a la vez increíble, pues esta no parecía mi vida...

-Permiso, doctor Carl.

-Adelante, Roxane.

-Su café doctor.

-Siéntate. Primera deja mi café aquí - dije señalando un extremo de mi escritorio.

Lo siguiente que sucedió fue puro instinto. Mientras ella dejaba la taza donde le indiqué mi mano lentamente fue a parar por su pantorrilla, luego fui subiendo la mano hasta llegar al borde de su minifalda apretada. Mientras lo hacía ella iba dejando salir un suspiro de placer y cuando miré sus ojos los ví cerrados disfrutando de mis manos. Instantes después sentí que con un temblor en sus muslos se dió la vuelta y me ofreció sus pechos, fui desabotonando lentamente su blusa mientras ella se sentaba en una de mis piernas, una vez lo hice ella me daba besos cortos pero agrables en la oreja, en el lóbulo, en el cuello... Mientras tanto yo iba subiendo y bajando las manos por sus senos, ¡ah, que agradable!, a ella también le gustaba mucho, sus suspiros se hicieron más evidentes. Dejé sus muslos en paz un momento, pasando a sus pechos, le quité el sostén, lamí sus agradables pezones, ella estaba descontrolada, me levantó la cara y metió su lengua en mi boca, desabroché su falda y la fui sacando con delicadeza, una vez estuvo solamente en ropa interior, bueno una parte de ella, le di besos de pies a cabeza. Ella me quitó la camisa y me bajó el cierre de los pantalones. Metió su mano dentro y me acarició, ambos estábamos con deseos de tener sexo, sexo depravado, desmedido. Tiré todo lo que pude a un lado en mi escritorio y la eché sobre él... Tuvimos toda clase de sexo, oral, vaginal, anal. Esa mujer es un espectáculo, sus gemidos ahogados por mi mano me hacían perder la razón...

Luego de la manera más incómoda acabamos tirados en el suelo, descanzando. Mi secretaria tiene, en general, mucha similitud a mi mujer, buen cuerpo, cabello rubio, solamente que el de ella es ligeramente ondulado, y el de mi mujer lacio, pero en lo demás es muy hermosa, mi mujer y ella tienen los ojos color verde.

-Roxane, ha sido espectacular.

-Pensé que hoy iba a estar cansado, doctor. Como ha pasado todo el fin de semana con su mujer...-lo dijo incómoda, yo diría hasta celosa.

-Pues sí, pero hoy la verdad me causaste una sensación extraña, como si te hubiera visto por primera vez.

-Jaja, algo muy gracioso, doctor. Conoce hasta el rincón más escondido de mi cuerpo, como puede pasar tal cosa.

-Pues hoy me he levantado con la extraña sensación que no es mi vida la que estoy viviendo, sino como si estuviera simplemente condicionado a seguir lo que la memoria y la espontaneidad me mandan.

-Pues la verdad yo lo he sentido tan lujurioso como siempre.

-A eso es exactamente a lo que me refiero, lo que hice acariciándote la pierta fue un impulso, seguí ese impulso aún sin saber lo que pasaría - pero en mi cabeza recordaba la forma en la que me sonrió, lo que causó ese impulso.

-Como te digo es extraño que un lunes hagas esto, no sé realmente qué tienes en la cabeza, la mayoría de los hombres tienen una amante porque no están bien con su mujer.

-Tienes razón es muy extraño, tengo el recuerdo de que lo sentía raro pero dentro de lo que yo consideraba "normal" para mí, pero ahora que lo pienso es muy extraño.

-La verdad es que hoy te encuentro muy pensativo, me gusta eso, pero no es normal en una persona apasionada como tú, no te estarás volviendo loco, ¿verdad? - me miró atemorizada.

-No lo creo, pero si así fuera no lo notaría, ¿no crees?.

-Pues sí, quizás sea el trabajo, no cómo puedes trabajar tanto, descanzar, hacerme el amor, lo mismo a tu mujer y encima venir radiante a diario.

-Lo mismo pienso cuando veo todo lo que me resulta hacer lo que hago a diario.

-Bueno Carl, perdón, doctor. Tengo que irme a trabajar, no todos tenemos su mente prodigiosa.

-Adiós Roxane, consigue más lencería como esa, te ves hermosa - dije esto apretándole una de las nalgas.

-Ciao, doctor - me dijo sonriendo mientras salía por la puerta.

Roxane era mi amante, pero también mi amiga, y hasta donde recuerdo fue así como empezó todo, la afinidad, mi gusto por las mujeres de su tipo. Luego las sonrisas los momentos a solas. El resultado en general es que terminamos siendo amantes, y a diario mi oficina se convertía en el lugar en el cual terminábamos haciendo de todo. Fuera de todo esto Roxane es una mujer divertida, desinhibida, calmada, sincera, además inteligente, con la cual se puede conversar. Además ella vive enamorada de mí, me lo ha dicho muchas veces, lo cual la hace más fogosa a la hora de hacer el amor. Esto me hace recordar porqué no tengo auto, puedo demorar lo que quiera para volver a casa, o irme a un hotel con Roxane sin ser notado por el auto, fuera de que me gusta caminar. Pero sigo confundido, tantas emociones, tantos sentimientos. Sigo recordando estas cosas, vagando entre mis pensamientos sintiendo que no es mi vida la que estoy viviendo.

Acabaron las horas de trabajo de la mañana. Iniciaron las de la tarde, ahora sí me sentía cansado, tuve que leer los documentos recientes en mi ordenador para saber en qué estaba trabajando. Terminando las horas de la tarde salí, me acerqué al escritorio de Roxane, me incliné para darle un beso en el pecho, uno en la boca y un "hasta mañana".

Caminando mientras iba oscureciendo seguí preguntándome que iba a ser mañana por la mañana, si todos los días iban a ser iguales a este, con tanta confusión, tanta incertidumbre.

Llegando casi a la esquina cerca de mi casa me cruzé con unos hombres vestidos de negro. Me saludaron con mucho apuro.

-Buenas noches, ¿el señor Carl Nicola?

-Buenas noches, con el habla, qué desea de mí, ¿señor?

Lo siguiente que supe fue que el que me habló me hizo algo en el cuello, luego de lo cual todo fue oscuridad.

Desperté con la misma sensación de un lugar extraño. Estaba atado a una camilla. Delante de mí ya no estaban los hombres de negro, pero sí un hombre de barba blanca, aspecto de no muy anciano, pero sí de mucha inteligencia. Alrededor de la camilla en la que estaba acostado, totalmente desnudo, habían muchos aparatos que parecían demasiados modernos para la época.

-Carl Nicola. Mucho gusto, doctor.

-¿Quién es usted?

-Qué modales, Carl. Yo te enseñé a tratar mejor a la gente.

-Pues soy un hombre educado, señor. Pero la manera en la que me han...

-¿Decías? - dijo el científico con una sonrisa.

-Usted, usted, es ... ¿es mi padre?

-Pues Carl, por así decirlo, no soy realmente tu "padre", aunque tecnicamente sí.

-¿Qué quiere decir?

-Pues verás, no soy sentimental, como mis colegas, y los logros que hice contigo fueron muy grandes. A todo esto, soy tu creador.

-¿Cómo que mi creador?. Al parecer quien está loco no soy yo. Suélteme señor, por favor, tengo esposa y un hijo.

-Y al parecer también una amante muy hermosa.

-¿Cómo sabe eso?

-El experimento fue un exito - ya se habí dado la vuelta y estaba buscando algo entre los objetos alrededor de mí.

-¡Señor a qué se refiere! ¡¿Acaso me ha estado espiando?! ¡Suélteme!

-Silencio, Carl. Nadie te oye. El experimento ha terminado, por tal te voy a explicar todo, aunque no tiene sentido y soy una persona que trabaja con lógica voy a probar un poco más de ti con lo que te voy a decir. Eres un robot, un experimento, un ser netamente hecho por el hombre, mas no eres un hombre, ergo simulas uno, y muy bueno, debería decir. Yo te programé, desde tus inicios, ayudado obviamente por otros científicos que me ayudaron con tu interfase físicas, tuve mucha ayuda de sicólogos, médicos, eres un gran avance para la ciencia, Carl.

-Señor, usted está loco, por favor, suélteme. Le puedo dar lo que quiera...

-Carl, Carl. Lo que quería ya me lo diste, la satisfacción de ver que el trabajo de toda mi vida fue un éxito. Mira, todo un equipo ha trabajo alrededor de 20 años en tu desarrollo, eres un prodigio para la ciencia.

-Mire así eso fuera cierto, soy un ser vivo, pensante, tengo vida necesidades, familia. Tengo una razón por la cual vivir.

-Es cierto, es cierto, tienes una esposa y una amante con las cuales copulas como un animal. Un hijo que te tiene cariño y al cual tú le has tomado mucho cariño, pero todo eso también es simulado Carl, no te has movido de esta camilla desde que hicimos el primer armado de tu interfaz humana. Simplemente te has movido para hacer exámentes y pruebas de motricidad.

-Pruébemelo, señor, es algo realmente inconcebible.

-Espera un momento y voy a hacer lo que dices - dicho lo cual fue hasta un extremo de la habitación y trajo un espejo cerca de mí.

Acto seguido inclinó el espejo hacia mí y empezó a rebuscar entre mi cuello.

-Señor que va a hacer, por favor no me haga daño.

-Tranquilo Carl. Simplemente calla y observa.

Luego tiró de la piel de mi cuello, luego de lo cual empezé a gritar, y cuando me miré en el espejo noté que simplemente tenía delante mío metal y conectores que nunca antes había visto en mi vida. Ojos como humanos, y toda clase de aparatos sofisticados, con los cuales podía generar expresiones. Lo que ví me dejó callado en ese mismo instante. Era algo impresionante, increíble, horrible.

-Señor, ¿Qué me ha hecho?.

-Carl, tú siempre fuiste así, cálmate hubiera sido peor si te hubieras visto antes de implantarte la piel, no hace mucho que la tienes. Ciertamente te di todas las características de un hombre humano, mas no te di la capacidad de entender lo que realmente eras, la siguiente generación de robots tendrá que tener eso, o estaremos en serios problemas.

-Señor y mi esposa, mi hijo, Roxane...

-Todos productos de la memoria que te creé, increíble, ¿verdad?

-Ya veo, con razón tenía todo el tiempo esa sensación extraña, de que todo a mi alrededor era irreal, de que había algo más allá.

-Pues para ti, Carl, no existe "algo más allá", ciertamente...


-A pesar de lo que me dice, no dejo de preguntarme... ellos... ¿van a morir?

-Nunca estuvieron vivos.

-Pero, ¿no puede dejarme vivir?. Es como matar a una persona, yo tengo una vida, tengo familia, tengo hasta una mascota - de mis ojos querían salir lágrimas, y hasta pensé que caerían, pero noté que ciertamente no iban a caer jamás.

-Todo lo que tienes, Carl, son emociones, sentimientos, recuerdos, cosas que yo mismo te implanté para que parezcas más humano, y la simulación salió a la perfección.

- Cómo es que puedo tener detalles en la cabeza como mis gustos carnales, mis gustos para los alimentos y hasta para mis necesidades de excreción. No entiendo, cómo es que hacen esto, para qué.

-Pues para lograr reemplazar muchos huecos que los humanos dejamos, niños huérfanos, lugares donde se necesite ayuda humana, incluso un robot tiene un físico mejor que el humano. En mi caso particular fue el trabajo de mi vida así que la vanidad también me mueve.

-No deberían hacer esto.

-Y porqué no. ¿Qué podría salir mal? Fue un gusto haber conversado contigo Carl, eres mi orgullo. El experimento llegó a su final, ahora te vamos a desconectar.

-¡Nooo! No, por favor, no lo haga! Entienda, por favor, mi hijo, mi mujer, esto es una locura...

-Exactamente, sería una locura dejarte seguir simulando, eres solamente un robot, Carl, por favor, además una vez desconectado todo terminará.

Dicho eso me conectó a una computadora, por un agujero detrás de mi oído. En una pantalla se veían un montón de códigos fuera de mi entendimiento. Luego con un pulsado de botón final sentí como mi vista se iba debilitando y poco a poco iba perdiendo la razón.

-¡Nooooo! ¡No me hagan estoooooo! ¡No!...

-Silencio Carl, ya va a terminar todo, jaja, fue muy buena tu programación.

-No...

Desde ese momento todo fue oscuridad y aquello que pudo sentir luego, nadie lo sabrá y si queda algo de lo que nosotros llamamos "alma" en él, pues solamente se puede adivinar, ya que si él emite los gritos ahogados de un "alma" sin cuerpo, nadie lo oirá.



lunes, 9 de marzo de 2009

Una sorpresa agradable

[Premio1.jpg]


Estimado(s) lector(es) generalmente no suelo escribir de un modo tan abierto para quien me lee, sin embargo me es grato mencionar que hace unos momentos un escritor del cual tengo una muy buena opinión me acaba de obsequiar el anillito arriba presente, algo que me hace sentir orgulloso. No extiendo más mis palabras. Entendiendo las reglas del regalo las menciono a continuación.



Las reglas son:

-Exhibir la imagen del sello.

-Elegir 5 personajes famosos de la vida real con los que te gustaría cenar y decir por qué.

-Poner el enlace de la persona que te lo ha regalado.

-Elegir 10 personas para pasárselo.

-Escribirles un mensaje en su blog para que se enteren de su premio.


Les explico también que al igual que sangreybesos no soy de los que tienen mucho tiempo para seguir otros blogs por mis estudios, por lo cual mencionaré a los escritores que considero son de mi agrado, porque he leido algunos de sus artículos.

-Luciérnagas diurnas.
-Un beso de las buenas noches de mil demonios.
-Zinquirilla
-¿Quién lo entiende?

Para ser sinceros aunque sé que tres de los cuatro que puse han ganado premios espero que sigan escribiendo como lo hacen.

Dentro de los personajes con los que me gustaría cenar están:

-Adam Sandler, por sus actuaciones que me parecen por demás excelentes.
-Neftalí Reyes, por su manera de expresar la poesía en cada cosa que existía.
-Anthony Hopkins, también por su manera de interpretar a un asesino tan elegante.
-J.K. Rowling, también por su literatura.
-Bill Gates, para conocer de su propia boca la manera en la que fundó su imperio tecnológico.

Gracias por el detalle si gustan de lo que escribo. Hasta otra ocasión.